Es tan grande su poder cicatrizante que cuenta la leyenda que los tigres heridos se revolcaban sobre las plantaciones de Centella Asiática y curaban sus heridas en tan sólo unas horas. Tal vez por eso se conozca a este vegetal como la planta del tigre y, en occidente, la hayamos vinculado al conocido Bálsamo del Tigre, empleado para multitud de molestias.
La esencia de centella asiática activa la circulación sanguínea de la piel, disminuyendo así el tamaño de los adipocitos y eliminando las grasas acumuladas de forma realmente eficaz. Estimula además la proliferación de los fibroblastos que favorecen la producción de colágeno, dejando una piel regenerada y libre de celulitis. Su aplicación en champús y acondicionadores capilares naturales reduce la caída capilar y refortalece el cabello, haciéndolo más resistente frente a agresiones externas.