Las aplicaciones del incienso en cosmética se conocen desde la antigüedad. El árbol del incienso (BOSWELLIA CARTERII) se encuentra en Somalia, Etiopía Yemen y Omán, siendo Omán la fuente más conocida y antigua. La palabra incienso viene del latín “incensum”, que significa encender o iluminar y su aplicación en cosmética ha ido siempre relacionada a sus propiedades purificantes. La esencia de incienso está especialmente indicada para pieles y cabellos grasos o con tendencia a engrasarse. El poder purificante del incienso regula el exceso de grasa tanto en la piel como en el cuero cabelludo. En cremas faciales, el incienso favorece la regeneración celular, eliminando las marcas propias del acné y dejando un rostro saludable y sin imperfecciones. Su aplicación en champús, absorben el exceso de sebo, haciendo que el cabello permanezca limpio durante más tiempo y aporta ligereza y volumen.